El día después del ataque sorpresa de la Armada Imperial Japonesa a Pearl Harbor, México rompió las relaciones diplomáticas con las potencias del Eje. Además, Ezequiel Padilla, Secretario de Relaciones Exteriores de México, alentó a otras naciones hispanoamericanas a apoyar a los Aliados. La mayoría de los mexicanos sintieron que la ruptura de las relaciones diplomáticas con el Eje era suficiente por el momento y que declarar la guerra no era necesario. México y los Estados Unidos acordaron cooperar en cuestiones de defensa mutua y firmaron acuerdos económicos. Además, el presidente Manuel Ávila Camacho expulsó a los alemanes, italianos y japoneses diplomáticos de México. Si la Alemania nazi no hubiera provocado a México a la guerra, el estatus el quo entre México y las potencias del Eje habría continuado.